A través del arte intento trasmitir una forma de vida que he venido desarrollando y practicando en los últimos años, y que aun intento mejorar. Se basa en la idea de que es posible tener un equilibrio sentimental sano, una vida tranquila y feliz. Para ello es necesario hacer a un lado al ego y convertirse en vacío. A partir de este vacío es posible amar incondicionalmente, dar sin esperar recibir nada a cambio, tener compasión por todos los seres humanos. Algunos llaman a esto ceder, no tener personalidad o falta de carácter. Les aseguro que esto es amor, amor en estado puro.
Los invito a recorrer mi blog, a formar parte de mi mundo.


Utopía Sentimental

Sería imprudente confesar aquello que tanto anhelo, lo que está presente en mis sueños, cuando estoy despierta, cuando estoy durmiendo.

¿Tan loco sería poder decirte que quiero pasar el resto de mi vida con vos, no de la mano, no a tu lado, sino siendo uno solo, caminando la vida como una sola persona?

El hecho de poder escribirlo no disminuye mi deseo de gritarlo. ¿Patrones sociales? ¿Para qué existirán? ¿Para qué se inculcarán? No es contradictorio que el ser humano ate sus deseos a comportamientos sociales preimpuestos por personas que no tenían otra cosa que hacer. Irónicamente, aun se siguen trasmitiendo, a veces disfrazados de valores, de cultura familiar, y hasta de “ser moral”.

Todo esto que me frustra y limita no es algo más que una cosa inventada, una regla implícita necesaria para el comportamiento en la sociedad, pero una carga pesada para el ser individual.

Y además mi indignación recae en que estas “reglas” no mejoran ni la convivencia ni la paz entre los hombres. Se ve una fuerte rebeldía, un salirse del sistema impuesto, un sistema que beneficia a unos pocos y mantiene acallados a muchos. La Justicia divina existe, eso lo creo, pero deber esperar a que ella vengue nuestra sed de libertad es pedir mucho. La era del conocimiento, la era de la globalización, la era del todo ya, más rápido aún necesita esta equidad, reglas nuevas que beneficien a todos, y castiguen a aquellos que se sientan superiores. La codicia y la vanidad, el creer que se es mejor, es lo que debería ser castigado, es lo que debería tener reglas que limiten su desgraciada actitud egocéntrica.

Debo estar hablando por muchos, o quizás no. Pero la libertad y la igualdad son preciados por muchos, ¿mas cómo lograrlos en una población tan grande? Mi libertad termina cuando empieza la del otro, ¿el otro está en mi libertad? ¿Qué reglas hay en cuanto a que mi libertad sea igual a la del resto? Ninguna.

Parecería ser que cuánto más se habla menos se lleva a la práctica, moralistas y humanistas, grandes oradores, fraudulentos y corruptos que son como las monedas. Pobres mendigos que no curan su hambre, que pierden su propia estima y vagabundean por el mundo. No hay que matarlos a todos, la estructuralidad del problema nos alcanza, ya no son un puñado en un gran guiso, son el guiso en unas pocas migajas.

Mas amor mío qué te parece, tanta desgracia, tanta miseria. Mis labios llenos de palabras alegres, de compromisos eternos, de amores profundos. Cómo disfrutar un pequeño mundo cuando el de afuera sumergido en la injusticia se encuentra. Como no sufrir por el dolor del mundo.

Amor mío a ti te amo, y aunque el mundo siga girando, en tus ojos me detengo. Porque no hay esperanza más amada ni sueño más austero que el dormir en tus brazos con la protección del cielo. Porque amar es digno de ser humano, mas es de lo que menos conversamos.

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