Utopía Sentimental
Sería imprudente confesar aquello que
tanto anhelo, lo que está presente en mis sueños, cuando estoy despierta,
cuando estoy durmiendo.
¿Tan loco sería poder decirte que quiero
pasar el resto de mi vida con vos, no de la mano, no a tu lado, sino siendo uno
solo, caminando la vida como una sola persona?
El hecho de poder escribirlo no disminuye
mi deseo de gritarlo. ¿Patrones sociales? ¿Para qué existirán? ¿Para qué se
inculcarán? No es contradictorio que el ser humano ate sus deseos a
comportamientos sociales preimpuestos por personas que no tenían otra cosa que
hacer. Irónicamente, aun se siguen trasmitiendo, a veces disfrazados de
valores, de cultura familiar, y hasta de “ser moral”.
Todo esto que me frustra y limita no es
algo más que una cosa inventada, una regla implícita necesaria para el
comportamiento en la sociedad, pero una carga pesada para el ser individual.
Y además mi indignación recae en que
estas “reglas” no mejoran ni la convivencia ni la paz entre los hombres. Se ve
una fuerte rebeldía, un salirse del sistema impuesto, un sistema que beneficia
a unos pocos y mantiene acallados a muchos. La Justicia divina existe, eso lo
creo, pero deber esperar a que ella vengue nuestra sed de libertad es pedir
mucho. La era del conocimiento, la era de la globalización, la era del todo ya,
más rápido aún necesita esta equidad, reglas nuevas que beneficien a todos, y
castiguen a aquellos que se sientan superiores. La codicia y la vanidad, el
creer que se es mejor, es lo que debería ser castigado, es lo que debería tener
reglas que limiten su desgraciada actitud egocéntrica.
Debo estar hablando por muchos, o quizás
no. Pero la libertad y la igualdad son preciados por muchos, ¿mas cómo
lograrlos en una población tan grande? Mi libertad termina cuando empieza la
del otro, ¿el otro está en mi libertad? ¿Qué reglas hay en cuanto a que mi
libertad sea igual a la del resto? Ninguna.
Parecería ser que cuánto más se habla
menos se lleva a la práctica, moralistas y humanistas, grandes oradores,
fraudulentos y corruptos que son como las monedas. Pobres mendigos que no curan
su hambre, que pierden su propia estima y vagabundean por el mundo. No hay que
matarlos a todos, la estructuralidad del problema nos alcanza, ya no son un
puñado en un gran guiso, son el guiso en unas pocas migajas.
Mas amor mío qué te parece, tanta
desgracia, tanta miseria. Mis labios llenos de palabras alegres, de compromisos
eternos, de amores profundos. Cómo disfrutar un pequeño mundo cuando el de
afuera sumergido en la injusticia se encuentra. Como no sufrir por el dolor del
mundo.
Amor mío a ti te amo, y aunque el mundo
siga girando, en tus ojos me detengo. Porque no hay esperanza más amada ni
sueño más austero que el dormir en tus brazos con la protección del cielo.
Porque amar es digno de ser humano, mas es de lo que menos conversamos.
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